La ventaja de un monopolio es que, por mal que se hagan las cosas y por mucho que se maltrate al cliente, éste no puede irse sin renunciar a un servicio importante. En otros tiempos, si a usted no le gustaba el trato que le daba la compañía telefónica, la alternativa era no tener teléfono.
Lo mismo podemos decir de España como destino turístico. Hemos gozado –y gozamos aún- de un envidiable caudal de turistas, buenos y menos buenos, españoles y extranjeros. Pero la situación está cambiando, vistos los crecientes competidores en el sur de Europa y los que, aun estando lejos, están muy cerca gracias a las compañías aéreas de bajo coste.
Por los “mejores turistas” entendemos aquellos que a) más gastan por día; y b) que por las fechas en las que vienen ayudan a desestacionalizar algo nuestro sector; y c)que aprecian realmente el valor añadido en aquello que se les ofrece.
Respecto de ellos, damos los siguientes consejos para conseguir que no vuelvan más:
- Despacharlos en vez de atenderlos: nada como quitarnos de encima al pesado que exige calidad, conocimiento y profesionalidad. Que no molesten.
- “Esto es lo que hay”: sin duda, es la mejor frase para informar con claridad al turista de sus opciones. Cuando se pronuncie, que sea con gesto malévolo para subrayar el mensaje de fondo.“No tengo ni idea”: uno no puede saber todas las respuestas, así que para qué molestarse en decir al turista que pregunta que, no obstante, vaya a un sitio en concreto o que, peor aún, o me dé un tiempo para averiguar lo que busca. Como el problema es suyo, que se lo solucione él.
- “No espik Inglis”: el que venga a España, que aprenda español. Faltaría más.
- YO dirijo mi empresa (hotel, restaurante, empresa de alquiler): no veo para qué voy a perder el tiempo asociándome con otros ni viendo cómo coordinar esfuerzos. Menudos pardillos.
- Sacar el máximo jugo al turista cuando viene: hay que exprimirlo bien, cobrarle todo lo posible, aumentar los márgenes como sea para afrontar la temporada baja. Total, no volverá. Mañana vendrán otros. Las subidas del IPC son orientativas, y la gente pagará lo que se le diga.
- Recordar que el turista es MÍO: cuidado con darle ideas para que visite otros negocios, aunque no compitan conmigo y por muy complementarios que sean. Tengamos siempre presente la máxima de Gollum: “… mi tesssoro”.
- La Administración está para cobrar, no para ayudar: como cada uno debe dedicarse a lo suyo, ni pensemos en que Ayuntamientos, Comunidades o incluso el propio Estado se metan en nuestro terreno. Para atender al turismo están las empresas turísticas, que son las que saben. Nada de coordinar ni apoyar iniciativas, no vaya a ser que no tengan éxito. Funcionarios…
- En el extranjero sólo hay turistas: no hay empresas con las que se podría llegar a acuerdos, ni entes que puedan ayudar a ser conocido en el exterior, ni nadie que oriente sobre lo que más gusta a la gente de otros países. Nada de pensar en promoción internacional, aunque sea a través de una sencilla página web y menos aún intentando aparecer en algún medio internacional con alguna historia de interés. Además, casi nadie habla español.
- Los experimentos, con gaseosa: no nos pillemos los dedos con eso de la innovación, con el rollo del valor añadido, con las tonterías de calidad tan de moda, con cosas nuevas. Si no se ha hecho antes, por algo será. A todos estos que vienen les va lo mismo. Una buena paella, una playita, un chiringuito rápido, cama con ducha, y a andar. La cultura, para los intelectuales. Cuidado con las ideas originales.
Para que los que nos visitan no vuelvan, basta con negarles lo que quieren. La atención al cliente no supone más que un gasto de recursos para quedar bien, así que lo justito. El empresario debe aprovechar el presente, puesto que los turistas están asegurados. Que se concentre en el ahora, sin distraerse mirando qué hacen otros de su competencia. Preocuparse por que su equipo humano esté contento está bien para decirlo, pero la pela es la pela. Y que, consecuentemente, el currante (¿para qué pagar a profesionales?) saque también el máximo partido sin involucrarse más de lo imprescindible.
Todos sabemos de empresas y establecimientos que operan dentro del sector turístico, el ocio y la restauración que aplican a diario este decálogo, y que incluso lo amplían. Nuestras felicitaciones.
Así les va.
Imagen: Public Places
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