Hackeando Ikea o cómo reinventar usos

Nuevos usos para viejas cosasReThinkear las cosas de la vida y la vida misma no es un asunto exclusivamente filosófico. Es una necesidad en la evolución de las personas, las empresas, los países y las especies. Es adaptarse.

 

 

Como medio danés que soy siempre he conectado con el espíritu práctico antes que estético de la cultura escandinava. Y como persona que escribe en un blog que proclama la conveniencia de repensar las cosas, mi conexión con una web como Ikea Hackers es inmediata.

 

Creada en 2006 por una malaya con el seudónimo de “Jules” por el nombre de una silla de la marca sueca, se presenta como “… a site about modifications on and repurposing of Ikea products”. Y creo que la clave está en el concepto de “repurposing” (=buscarle otra utilidad o propósito al mueble en cuestión). Haciendo, sí, alguna modificación pero sobre todo librándonos del uso inicial para reorientarlo. ReThinkeándolo.

 

Ya se sabe que una de las formas de hacer rentable un producto es cambiándolo de entorno. Siempre me ha divertido el ejemplo del Ceregumil. Creado en 1907 por un boticario granadino como complemento alimenticio, ha sabido adaptarse a los tiempos. Ahora se ofrece como producto anti-stress e incluso sugiere que contribuye a aumentar el apetito sexual.

 

Los hermanos suizos Riklin convirtieron en 2009 un bunker abandonado en el primer hotel cero estrellas del mundo, el “Null Stern Hotel”. Cerró un año después para convertirse en museo y ahora está con la expansión del concepto.  Se han hecho reorientaciones parecidas en el sector, como convirtiendo cárceles militares en hoteles.

 

Recordemos que la Coca-Cola fue introducida comercialmente como “un tónico efectivo para el cerebro y los nervios“. De ahí pasó de un jarabe idóneo para mejorar las digestiones a ser “La chispa de la vida”. Incluso ha creado el Instituto Coca-Cola para la Felicidad. De medicina física a remedio espiritual para tiempos de zozobra. Tendría su gracia que realmente tuviera su origen en Valencia, famosa por la alegría de sus fallas y el blanco oro de Alboraya.

 

Cuando el marketing de una empresa nos presenta su nuevo producto ya nos está explicando para qué lo vende. Dodot nos dice que sus toallitas húmedas son lo mejor para el culito del recién nacido… y no añaden que también son sensacionales para mantener como nuevos unos zapatos náuticos de piel. Lo que pasa es que no les conviene mezclar ambos usos no vaya a pensar mal la gente y comparar la piel de vaca con la de su hijo. La empresa quizá no busque esos otros usos, pero los consumidores sí podemos –y debemos.

Aquí se ve lo crucial que es  mantener una mente abierta. Tener presente que una empresa vende soluciones y no productos o servicios es importante pero más lo es el tenerlo realmente asumido. Es importante entender lo que uno tiene. Las estaciones de esquí ofrecen pistas de nieve en invierno, y paseos y otros deportes en invierno. ¿Qué es lo que tienen? Una buena localización con muchas posibilidades.

 

¿Qué es un avión? Una máquina que vuela. Una forma de trasladar personas y mercancías. Un negocio. Tecnología. Pero también puede ser un restaurante en Seúl  o un hotel  en Suecia.  Lo mismo podríamos pensar de los contenedores para mercancías. Con ellos se pueden construir viviendas o centros comerciales a buen precio ahora que la crisis ha dejado sin uso a parte de los 17 millones de contenedores existentes.

 

Hay un viejo debate sobre qué es comercialmente más eficaz: la adaptación o la evolución. La Naturaleza deja claro que las especies supervivientes son las que se han adaptado mejor a los cambios en su entorno, y que luego han evolucionado a partir de las nuevas condiciones y necesidades. De forma que lo que antes debe hacer una empresa es pensar qué necesidades del mercado puedo satisfacer con lo que tiene. Con sus instalaciones, sus servicios, sus productos y su equipo humano. ¿Contra quién se lucha? Contra los competidores. ¿Cómo? Ofreciendo algo a los clientes mejor que lo que tienen los competidores.

 

Si un día se dejaran de usar zapatos en el mundo, hay una empresa que se dedica a ellos que sobreviviría sin problemas: Zappos. ¿Por qué? Pues porque, en palabras de su presidente Alfred Chin, en realidad es “una empresa de servicios que resulta que vende zapatos”. Como podría vender cualquier otra cosa con suficiente imaginación y atención al mercado. No se trata de vender lo nuestro sino de que compren nuestras soluciones… aunque no sea para lo que las hayamos pensado inicialmente.

 

Imagen: Photo Bucket

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Alberto Losada Gamst Escrito por:

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