Tiempos de reflexión

La pandemia del COVID-19 está poniendo el mundo patas arriba. Nos enfrentamos a algo casi peor que un enemigo visible y claro: nos enfrentamos a la incertidumbre respecto del futuro.

La epidemia pasará. Dejará atrás miles de muertos, familias destrozadas, e incontables lágrimas por los sufrimientos padecidos durante estos meses. Dejaremos atrás los espectáculos de los pasillos de los hospitales con enfermos en el suelo, las discusiones entre los políticos, sus discursos vacíos y mitineros, los egoísmos y la avalancha de cadáveres que no hay tiempo de despedir ni enterrar o cremar.

Lo que empezará -así lo espero sinceramente- es la reflexión. En estos días de confinamiento en casa hay muchos motivos para replantearse algunas cosas que hace unos días creíamos ciertas. Todas esas familias que ven cómo su medio de vida está cerrado y se han quedado sin ingresos con los que comer y pagar sus facturas tendrán, antes que otra cosa, días de angustia. Otras personas, sin pasar por necesidades extremas, se habrán dado cuenta de la fragilidad de su actividad y comenzarán a buscar alternativas.

Hemos llegado al momento del distanciamiento del día a día para, con la perspectiva que nos da el estar en una situación que a muchos parece irreal -estar encerrados en casa durante semanas-, evaluar lo que estamos haciendo con nuestras vidas y las de los nuestros. Pensar qué tipo de sociedad estamos construyendo y si es la que ahora nos parece la más deseable. Revisar nuestras creencias ideológicas y comprobar en qué medida se ven cumplidas o defraudadas por los líderes políticos a los que hemos votado. Visualizar el esquema económico en el que vivimos para ver si es realmente sostenible desde todos los puntos de vista.

Al final, examinaremos si nuestras acciones y omisiones nos llevan a uno de los objetivos últimos de cada ser humano: sentirse bien, con la sensación de ser útil a los demás y de contribuir a un mundo mejor.

No tengo las respuestas, solamente las preguntas. Por mi parte desde luego que intentaré contestármelas. Veré cómo poner en práctica las conclusiones, los medios que necesitaré y los esfuerzos y compañías que puedan hacer falta.

Porque si una cosa nos está quedando claro a todos es que la unión hace la fuerza, que quien viaja acompañado llega más lejos, y que tan agradable es dar como recibir, porque ello nos recuerda que no estamos solos.

Ha llegado el tiempo de la reflexión. Aprovechemos esta situación para introducir los cambios que veamos necesarios en nuestra vida. Respecto de nuestro trabajo, de la relación con nuestra familia y amigos, de nuestra sociedad.

¿Hacia dónde vamos? ¿Hacia dónde queremos ir? ¿Qué sueños pendientes tenemos?

Pues eso.

 

Imagen: Paola Chaaya en Unsplash

 

 

(Visto 146 veces, 1 solamente hoy)
Alberto Losada Gamst Escrito por:

Sé el primero en comentar

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.